Ninguna de las grandes figuras que disputaron la Vuelta a España de 1959 respondió a lo que de ellas se esperaba. Así que fueron dos corredores que no entraban entre los principales candidatos en los pronósticos iniciales los que se disputaron la victoria final.
Participó en esta edición Fausto Coppi, el ciclista más grande de la historia hasta ese momento. El campeón italiano, que había ganado 2 Tours, 5 Giros, 1 Mundial de carretera y 2 de persecución y que había batido el récord de la Hora en 1942, era la más rutilante de las estrellas que tomaron la salida en Madrid el 24 de abril, así como el máximo favorito. Como dato significativo, baste decir que a la Organización le costaba once mil pesetas diarias tenerle en la Vuelta. Sin embargo, ya en el ocaso de su triunfante carrera, Coppi casi ni "se dejó ver" en las catorce etapas que disputó antes de retirarse. Tampoco las otras figuras foráneas, Van Looy y Riviere, estuvieron a la altura de las circunstancias.
Así las cosas, todo hacía hacía presumir un duelo entre españoles. Y, cómo no, Loroño y Bahamontes se perfilaban como los corredores con mayores opciones a la victoria. Pero no fue así. El corredor vizcaíno no dio muestras de poder ganar la carrera en ningún momento y acabó en el decimoctavo puesto de la clasificación final. Por su parte, Federico Martín Bahamontes, aunque ganó la tercera etapa, se retiró en la undécima. La decepción por esta retirada fue compensada por "El Aguila de Toledo" meses después al convertirse en el primer ciclista español que se imponía en el Tour de Francia.
Sin las máximas figuras en liza, fueron Antonio Suárez y José Segú quines se disputaron la victoria, que sonrió al primero. Suárez, que también fue el rey de la montaña, cimentó su éxito final en la etapa reina, una contrarreloj individual de 62 kilómetros que discurrió entre Eibar y Vitoria, con los altos de Elgueta (tercera categoría) y Urkiola (primera) en el recorrido.Aunque fue Riviere, recordman de la Hora, quien se impuso en la etapa, Suárez arrebató a Segú el primer puesto en la general, que mantuvo en las dos etapas que restaban para la conclusión. Aún hubo de responder en estos dos días a los ataques de los franceses Riviere y Everaert. Contó para ello, por una vez, con la ayuda de otros corredores españoles, aunque corriesen en equipos distintos.